No
quisiera ponerte nerviosa.
Es la
primera vez que algo
nos va a
separar,
porque es
la primera vez
que te
produciré auténtico
miedo.
Así que
empiezo otra vez:
quiero
ponerte nerviosa,
quiero
que tiembles
y quiero
que aprendas
a hacerme
temblar.
Amo a la
gente neurótica,
los
cuchillos y las guitarras eléctricas.
Soy un
hombrecito insano,
el más
perfecto de los traidores
porque no
tengo causa.
Desconfía
de mí,
que se
trabe tu lengua
al darme
la espalda.
Ése es el
primer paso.
Toma
conciencia de que mis manos
no sólo
sirven para acariciar
y hay
muchas palabras
que
contigo nunca he usado.
Fíjate en
que esto ya no es un poema,
que yo no
soy el mismo para ti
desde que
empezó este diálogo.
Imagínate
sufriendo
toda la
eternidad
el
aullido del parto.
Suéñate
en un coito largo como la vida,
conocer
de memoria las lentas variaciones
del
rostro durante el orgasmo.
Vivir el
placer de los fantasmas,
el placer
de las camas que soportan cuerpos y cuer-
pos
sin
diferenciar si eres un vivo o un cadáver.
¿Ya tiemblas?
Quisiera
ordenar con lógica
mi
discurso,
pero no
puedo.
Sólo
deseo que te hundas
en mi
carne cenagosa,
gritarte
desde el infierno:
¡Ayúdame,
ayúdame
con tu
viejo pelo negro
y tu boca
redonda!
¿Me
comprendes?
Huelo tu
miedo pequeño y frágil
que invade
tu conciencia virgen
y los
correosos deseos rojizos
que arden
en ti y no reconoces.
Mujer
desnuda en una doble página
de un
libro de arte,
tomada
salvajemente por un jíbaro loco,
por un
niño dado a luz en un pesebre,
barrida
por el aliento sucio
de maridos
que emigran en tren de medianoche,
con voz
de odio hciendo el amor, de
chorlito
dorado americano y de
gato
chino del desierto.
Porque el
Amor es una enorme trampa
para
cazar hormigas y elefantes,
pero la
palabra Amor
es como
la palabra Dios,
siempre
con mayúsculas
para que
no se esfume el encanto.
¿He
logrado confundirte,
o sólo he
conseguido que me beses la frente
y
murmures con ternura que estoy enfermo?
Lo cierto
es que ya nunca me verás igual,
siempre
imaginarás secretos
oscuros
encerrados en mí,
¡pero eso
es lo que quiero!
Le daré
otro giro:
ese amor
de llorar en una despedida,
de
presentir los próximos gestos
educados
y gentilmente eróticos
a que te
has habituado,
de gozar
con las palabras de agua,
olas
mansas que no producen el menor daño,
te
aplacan la sed
e impiden
que te tortures
más de lo
establecido.
Pero yo
te susurro
venenoso
que
existen
los
trenes secretos del corazón,
las
huellas en los pasillos de madrugada,
las
jeringas jadeando
en
encerradas habitaciones,
los
pechos azotados por látigos de semen
y los
sueños sangrientos...
Porque la
Represión es
la más
peligrosa caja de Pandora,
porque el
dolor oculto
es el
arma mejor montada,
porque
ser consciente
es vivir
siempre junto a la muerte,
delante,
atrás
o en medio
como nosotros,
la raza
de los agonizantes.
Estoy
seguro de que me vas comprendiendo:
hay un
millón de sensaciones
que te
entran por un ojo
no más
levantar el párpado,
el otro
espera cerrado
su
oportunidad.
Éste es
mi último intento:
quiero
verte alcohólica
para que
me escupas en la boca,
quiero
que te sientas
camello,
león y niño,
quiero
verte en forma de hombre,
quiero
que veas en mí
un espejo
interminable
y que te
arrojes a él
con todas
tus fuerzas,
hacia el
fondo,
lo hondo
del
fondo...
Sssh,
mi amor,
no llores más.
Fue tan
sólo una broma.
Caminamos
por un parque
y llueve
sobre
nuestras cabezas unidas.
Es todo
maravilloso
¿o no?
... Oye,
amor, contesta...
¿O es que
te has quedado
muerta?
20 Abril
1975