La morena, llena de voluptuosidad.
Todo está dicho.
La rubia, que albergaba dudas,
pero de risa pícara.
La castaña, de ojos claros, con pinta de niña buena,
que resultó ser la más osada de todas.
Hacíais una pasta magnífica,
como para tapiar toda Alcatraz
o reconstruir el Puente del Diablo.
Allí estabais las tres Gracias,
el posado de Rubens (pero con menos celulitis
porque ahora usáis cremas),
y vuestras bocas abiertas al mundo, repletas de júbilo.
¿Y cómo es?, preguntabais. “No me muero sin probarlo”.
Qué delicia vuestra imagen y hermosura,
qué impacto vuestra visión y compañía.
Como las flores en marzo, o la cálida lluvia de agosto.
Y yo, como un pintor,
observando la magnificencia de
vuestros rostros,
abiertos al desafío y la vivencia.
Las Tres Gracias.
Antonio Cánova.
La verdad, Qué culos tan hermosos!!!!!! ¿Cómo te encuentras? Ponte buena pronto que la poesía es un bien escaso, los poetas tienen prohibidas las bajas
ResponderEliminar(al menos por enfermedad), ¿no lo sabías?. UN beso. PD: Ni se te ocurra traer ningún bicho, que yo de mis pulmones no me fio demasiado.
PD: Abrazos y mimos. Ay la pobre que tos tiene!!!!
Precioso!
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