En aquel momento de humedad taciturna,
cuando ya salía para ti el sol,
y te movías aislada de todos,
al son de la canción precisa.
Entonces,
sólo ahí,
deseé tocar tus piernas,
la rotundidad de su color,
frotándose la una contra otra,
llevadas por la música.
Cerrabas los ojos,
agarrando tu cubata de garrafón,
y tu mente se iba y venía,
ajena a nosotros,
pidiéndole más al mundo,
algo que bien no sabías,
deseosa de alargar tu amanecer.
Derramaste un poco de alcohol en tu muslo,
y el sol lo rozó como sediento.
Eras otra cosa,
venida de algún lugar lejano,
inalcanzable para nosotros tres
que te mirábamos,
jugando con las entrañas de la noche,
mojando la tapicería
de aquel Focus azul.
No está mal para un Focus.
ResponderEliminar¿Qué sería en un Mercedes?
Abrazos guapa.