El avión asciende y miro,
como Baudelaire,
el mundo desde arriba.
La vieja París se aleja.
Parece estar ahí aún abajo,
como Baudelaire,
el mundo desde arriba.
La vieja París se aleja.
Parece estar ahí aún abajo,
en las rudas calles y sus iglesias,
expectadoras de historias.
Y veo
expectadoras de historias.
Y veo
las palabras
cayendo,
mezclarse silenciosas con la ciudad
mezclarse silenciosas con la ciudad
que duerme.
Qué previsibles somos a veces.
Y a veces cómo sobramos.
Ya no se lee, y la música,
¿qué es?
Sólo comen.
Engullen el alimento zafio y maloliente
vendido al peso.
Ya nadie observa.
Ya nadie mira las estatuas de Rodin.
Qué previsibles somos a veces.
Y a veces cómo sobramos.
Ya no se lee, y la música,
¿qué es?
Sólo comen.
Engullen el alimento zafio y maloliente
vendido al peso.
Ya nadie observa.
Ya nadie mira las estatuas de Rodin.
París, Dic´11
© Noelia Illán Conesa
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