Gracias por aquellos días nuestros en París.
En la Rue de Verenne
una cabeza de Rodin te recuerda,
junto a las Puertas del Infierno mojadas
por una lluvia fría y sutil un 31 de diciembre.
Camino por París, esa que fue indiferente y hostil a veces.
Tranquilo: te esperaba la dorada posteridad llena de flores.
Veo a la señora Aupick tocando a Wagner en su viejo piano,
y en tu cabeza sigues premiando a una puta
con titánica caricias.
Ellas, tus musas del infierno ruin y leal que te rodea.
Querías lo sublime en un mundo hecho trizas
y no sabías que no era
posible,
mezclado en la mediocridad.
Pagarás con la soledad
la distinción por encima de la masa,
con tu desgarrada bohemia y tu altivez.
Pero no temas: ya en tus páginas se ven esas turbadoras
resonancias,
y en la sala entra por la ventana el azul de lo sublime.
Sí, las flores futuras ya se abren a tu paso.
PARIS, DICIEMBRE 2011
Tumba de Baudelaire.
Cementerio de Montparnasse (París)
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