Algunas mujeres: Silvia, Aurelia, la Virgen o Notre Dame.
Los puentes de tu viejo París cambiante:
El Neuf, o el de Alejandro.
El barrio de los mercados, Les Halles,
la Plaza de la Concordia o el camino al Mouline Rouge.
A todos los recuerdas.
A ti, una lápida putrefacta en el Pére-Lachaise,
junto al Balzac parisino y vetusto.
Una columna marmórea te cita: Nerval.
Pero nadie se para.
Nadie mira tu última casa.
Algunas mujeres: La Maga
ResponderEliminarCada vez que leo un poema tuyo tengo que iniciar una investigación para entenderlo, la ostia!!!!!
ResponderEliminarNada... el anterior lo tachas. Es sólo mi fantasma favorito de París, pero no es ninguna mujer de Nerval...
Por qué en mi corazón hay tanta rabia, dices,
ResponderEliminary en mi cuello flexible una cabeza indómita;
es porque yo provengo de la raza de Anteo
y hago volver los dardos contra el dios vencedor...bello poema...Ague
En este blog hay mucho nivel... Ya me he quedado intrigada con la raza de Anteo...
ResponderEliminarPero tiene su punto. Hago como en las pelis... Leo el poema, y luego pienso: ¿Qué quiere decir el poeta?...
ResponderEliminarPD: En el fondo, alguien sabe lo que quiere decir el poeta?. lo sabe el poeta?. Yo siempre creo que los poetas se mueren de la risa cuando los eruditos interpretan sus poemas.
tienes toda la razón! NIC
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