jueves, 24 de noviembre de 2011

PROSERPINA PALINODIA

Ese mármol hecho carne,
sus dedos gruesos clavados en el muslo,
y la otra mano agarrada a su cintura
casi haciendo palanca contra los huesos de la cadera
para evitar el escape.

Ella grita y se retuerce en escorzos,
se desespera entre los brazos de su monstruo.
Llama a su madre (a unos cientos de kilómetros de su infierno)
que la busca por fuertes y fronteras sin esperanza.
Nadie acude.
El secuestrador se aferra a la piel y la hace suya.
Funde los callos de su mano (tratar a los muertos en el Inframundo
es un trabajo muy duro) con la sutileza
de la carne joven y dorada.

Pensó que ella se resistiría más,
pero a los pocos días (unos diez o así)
a la niña le empezó a gustar vivir con el soberano del Leteo
(que la hizo soberana, como es lógico)
y prefirió quedarse seis meses más bajo tierra.
Le tomó gusto al trono y se cubrió de joyas.
Cambió sus viejas telas por ricos ropajes.
Se acostaba a la hora que quería
y tenía plena libertad, lejos de su cansina y protectora madre.

Porque, al fin y al cabo, no se vivía tan mal allí abajo,
con su apasionado raptor,
que la hacía sentir la chica más sexy del mundo.



Fotografía de Carmen Marí. 

http://www.carmenmari.com/Carmen_Mari/Personal.html

3 comentarios:

  1. Sabes? Ese lugar en el que trabajas ahora tiene algo... Algo te cambia por dentro para siempre... Te muerde... Te lo digo para que lo sepas... Será el viento, o la luz, el olor del mar, la cercanía de los flamencos.

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  2. Me dan ganas de pasar medio año bajo tierra...

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