Maldigo los momentos sagrados de entonces,
mezclados el sabor de tu naranja
y la menta del vaso.
Maldigo la música cercana de tu aliento,
y las otras que sonaban a la vez.
Maldigo tu mano certera
y el golpe de tus huesos contra los míos.
Maldigo el momento exacto
de nuestras salivas encontradas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario