Sálvame
esta noche de tediosa soledad,
o dame al menos unos minutos de refugio
enroscados en tu piel.
Dejaré propina, no te haré daño.
Estas horas me pesan como ladrillos,
y quizá sólo pueda aliviarme
una ducha de tus dedos,
el aliento de tu boca,
el descanso de tu carne.
Sé mi reina en tu casa de luces
y abrázame ahora que lo necesito.
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