Ya lo noto. Noto cómo apremia
el verano.
La estampida del final de primavera
estampándose,
buscando nuevas sensaciones.
Todo se calienta,
todo es humedad vespertina
y las ganas de juego.
Me fijo en las entrepiernas de los muchachos,
en las manos fuertes de otros ya maduros,
en el hilo del tanga de las señoritas
(a pesar de sus abuelas),
en el pezón marcado de la alejada de los 20.
¿Y qué culpa tengo yo?
Me ataca como hambriento.
Es el golpe del verano.