Suena
la campana y el árbitro da la señal.
Te
doblegaré a mi voluntad o te partiré en mil pedazos.
Ganaré
los asaltos del deseo, o esa es mi intención.
Invadiendo
mis zonas, te mueves ligera con pies alados,
me
golpeas en el ring. Se nota el entrenamiento.
Compláceme
y aprieta suave el gatillo.
Suelta
tus jabs y crochés sin medida.
Vénceme
si quieres con tus armas de fémina gatuna,
pero
déjame al menos ganar un asalto.