Según advirtió, el tiempo pasó demasiado rápido, fugaz –dicen. Lo demuestran las huellas de sus manos, la no tersura de su pelo, la aridez de su entrepierna, el recuerdo de las tardes de verano en los costados.
Todo es una versión de otra cosa. Hace veinte años yo llevaba pantalones de campana y tú ibas en pañales. Y ahora estás ahí, bailando para mí, reventando mis pantalones con esa peluca rosa sacada de un cómic. El escenario se estrecha, y sólo veo tus piernas como las puertas de Babilonia.
Te espero sentada vestida de largo, con algo de maquillaje y una falda nueva de rayas. Estás muy cansado para salir. Por eso me quedo contigo, lavando tu ropa, vestida de largo y con algo de maquillaje.