miércoles, 30 de noviembre de 2011

LA JOVEN QUE LEÍA CON ASOMBRO A LUIS ALBERTO DE CUENCA



Tenías hambre en los ojos, llenos de júbilo.
Querías beberlo todo, comerlo y verlo todo, oírlo todo.
Me pediste un libro y te lo di al momento.
Ese andar tuyo de caderas infinitas.
Ese moverse  tuyo, ese acento argentino recitando.
Llevabas ese día una falda muy corta y sugerente.
Tu pelo, como enloquecido por furor báquico.
Eras la ménade, no hay duda. Musa, o al menos casi.
Tus labios se abrían a las palabras del poeta,
y tus ojos relucían como en una mañana de victoria sobre los troyanos.



martes, 29 de noviembre de 2011

VERANO EN LA PIEL Y EN LOS CUERPOS




Qué felices fuimos esos meses.
Como beber vino hasta saciarte.
No sé si vosotros lo recordáis así,
o vuestra imagen del dorado verano
os llega con menos fuerza y complicidad,
pero yo tenía vuestro sabor en mi boca
en igual proporción.
Apenas podía distinguir vuestras carnes
en la oscuridad de la cama.
Como salitre en la piel.
Olías a cloro tú. Y tú a sudor de verano.
La elasticidad de esos días me acaricia a veces.
Su frescura, como efervescencia.
Tres supervivientes del naufragio.



sábado, 26 de noviembre de 2011

EN LA NOCHE DESTERRADA




No hay más que zozobra, zozobra, zozobra.
Casi pierdo el control.
Me muevo como en oleaje de barco errante. 

No son las copas de alcohol esta vez.
Quizá algo parecido a la melancolía.
O al fracaso. 

En la noche oscura y negra, como el cuervo de Poe,
en un sillón viejo y polvoriento,
repaso con los dedos la caída al abismo infinito.




jueves, 24 de noviembre de 2011

PROSERPINA PALINODIA

Ese mármol hecho carne,
sus dedos gruesos clavados en el muslo,
y la otra mano agarrada a su cintura
casi haciendo palanca contra los huesos de la cadera
para evitar el escape.

Ella grita y se retuerce en escorzos,
se desespera entre los brazos de su monstruo.
Llama a su madre (a unos cientos de kilómetros de su infierno)
que la busca por fuertes y fronteras sin esperanza.
Nadie acude.
El secuestrador se aferra a la piel y la hace suya.
Funde los callos de su mano (tratar a los muertos en el Inframundo
es un trabajo muy duro) con la sutileza
de la carne joven y dorada.

Pensó que ella se resistiría más,
pero a los pocos días (unos diez o así)
a la niña le empezó a gustar vivir con el soberano del Leteo
(que la hizo soberana, como es lógico)
y prefirió quedarse seis meses más bajo tierra.
Le tomó gusto al trono y se cubrió de joyas.
Cambió sus viejas telas por ricos ropajes.
Se acostaba a la hora que quería
y tenía plena libertad, lejos de su cansina y protectora madre.

Porque, al fin y al cabo, no se vivía tan mal allí abajo,
con su apasionado raptor,
que la hacía sentir la chica más sexy del mundo.



Fotografía de Carmen Marí. 

http://www.carmenmari.com/Carmen_Mari/Personal.html

martes, 22 de noviembre de 2011

MAR MENOR



Antes de la llegada masiva de turistas,
cuando los chiringuitos se llenan de estupideces,
antes del calor sofocante y las latas vacías,
y de que los niños plaguen de gritos las calas.
Siempre tengo que verte,
tus largos paseos de viejas casas.
Es mi mar, el pequeño, el Menor,
y sus Alcázares perdidos entre recuerdos.