Te asfixié con la
almohada,
Y te atropellé diez
veces con el Polo rojo.
Mientras tocaba aquel
viejo grupo
y la lujuria nos
inundaba el cuerpo,
y los oídos.
También entonces te
maté.
Mientras recorrimos
puestos de camisetas negras
y tus dedos y los
míos se empolvaban
con vinilos usados.
También allí te maté.
Te iba matando varias
veces.
Te maté mil veces
esos días,
por calas solitarias,
por cunetas vacías.
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